Acumulación de gambas en una de las chimeneas. |University of Southampton /
NOC
Pedro Cáceres | Madrid
A miles de metros de profundidad, en el fondo del océano, se encuentran
algunos de los ecosistemas más extraordinarios del planeta. Especies únicas
habitan en un ambiente de total oscuridad, sometidas a grandes presiones y,
curiosamente, prosperando en aguas que en lugar de ser frías están a cientos de
grados de temperatura.
Son las fumarolas o chimeneas volcánicas submarinas ('marine vents' por su
nombre en inglés), unas
fuentes hidrotermales que surgen en
los puntos donde la corteza marina se abre y afloran los gases y los materiales
del manto terrestre. Los científicos han encontrado cientos de estos puntos
volcánicos desde hace años y han descubierto que son abundantes en formas de
vida.
Los minerales y el calor que afloran del subsuelo son
recursos que permiten prosperar a múltiples formas de vida. En torno a las
chimeneas han surgido ecosistemas extraños, con microorganismos que obtienen su
energía de la síntesis de minerales y organismos superiores que se alimentan de
los primeros.
A menudo, las emisiones de estas chimeneas volcánicas son de color negro,
debido a las sustancias disueltas. Se las llama por ello
fumarolas
negras. Todas ellas ocurren en temperaturas que están por encima de
los 100ºC, pues debido a la presión submarina, el
punto de ebullición del
agua está por encima de esa cifra, que es a la que hierve sobre el nivel del
mar.
Las fumarolas negras, con su sopa química de minerales, su alta presión y su
temperatura infernal son un
lugar extremo para la vida. Y a
pesar de ello la vida ha sido capaz de desarrollarse en ellas. Los biólogos
llaman extremófilos a los organismos, muchos de ellos únicos de esas zonas, que
logran prosperar allí.
La más profunda
encontrada hasta ahora
Ahora, los científicos han localizado la más remota de esas chimeneas
volcánicas submarinas, a 5.000 metros de profundidad en una falla del fondo del
Caribe.
Estas chimeneas están 800 metros más profundas que cualquier otra conocida
antes. La temperatura del agua allí alcanza 450 °C y hay una pluma de agua
caliente y cargada de minerales que asciende un
kilómetro por encima de
la chimenea.
A pesar de estas condiciones extremas, las chimeneas están plagadas de vida.
Miles de ejemplares de una
especie desconocida de gambas se
aferran a las columnas rocosas de las chimeneas, de las que emana una mezcla de
gases y minerales que forman nubes negras.
El hallazgo se describe en la revista científica 'Nature Communications', y
ha sido llevado a cabo por un equipo dirigido por el geoquímico Doug Connelly y
el biólogo Jon Copley, del Centro Nacional de Oceanografía de Southampton y la
Universidad de Southampton (Gran Bretaña). El campo de chimeneas ha sido
llamado Beebe Vent Field en memoria de
Charles William Beebe (1877-1962)
un zoólogo estadounidense que fue el primero en aventurarse en el océano
profundo.
University of Southampton / NOC
Uno de los dos sumergibles empleados, el Autosub6000
Durante una expedición llevada a cabo en abril de 2010 a bordo del Buque de
Investigación 'James Cook', los científicos utilizaron
un robot
submarino llamado Autosub6000 y un vehículo de buceo profundo conocido
como HyBIS para descender hasta el fondo de la brecha de las Caimán, un abismo
situado al sur de las islas Caimán.
Las chimeneas que exploraron liberan grandes cantidades de cobre disuelto y
el chorro de materiales que emiten
llega cuatro veces más alto que
el de otras conocidas antes. Aunque los científicos no fueron capaces de medir
la temperatura de forma directa, estiman que ésta puede alcanzar 450 º C.
"Este puede ser uno de los pocos lugares en el planeta donde se puede
estudiar las reacciones entre las rocas y los fluidos supercríticos a
temperaturas y presiones extremas", ha afirmado Doug Connelly al servicio
de noticias científicas Eurekalert.
Aparte del
interes geoquímico de la zona, el equipo halló
anémonas blancas fijadas al suelo y la nueva especie de pálida gamba que se
congrega en densidades de hasta 2.000 por metro cuadrado en torno a las
chimeneas de mineral concentrado, que alcanzan hasta seis metros de altura. A
falta de ojos normales, los crustáceos tienen
un órgano sensible a la
luz en la espalda, que les puede ayudar a navegar por las oscuras
profundidades. La especie ha sido descrita como Rimicaris hybisae, poniéndole
como nombre específico el del vehículo submarino que la descubrió.
Dispersión de
especies
Este organismo está emparentado con una especie llamada 'Rimicaris
exoculata', que se encuentra en otras chimeneas situadas a 4.000 kilometros de
distancia en la
dorsal oceánica del Atlántico. "El
estudio de estas criaturas y su comparación con las especies de las chimeneas
submarinas de todo el mundo, nos ayudará a entender cómo los animales se
dispersan y se desarrollan en las profundidades del océano", ha afirmado
Jon Copley.
Los investigadores han encontrado otras chimeneas similares localizadas en
torno a este campo, a
otras profundidades y sobre terrenos
que, geológicamente, no invitaban a pensar que pudieran existir allí. Esto les
lleva a pensar que, quizá, haya más puntos de este tipo en los océanos de lo
que normalmente se piensa.
"Uno de los
grandes misterios de las chimeneas
volcánicas submarinas es cómo los animales son capaces de dispersarse de un
campo de chimeneas a otro, cruzando las distancias aparentemente grande entre
ellos", afirma Copley. "Pero tal vez hay más puentes por ahí de los
que no nos dimos cuenta."
Precisamente, los británicos localizaron este campo de chimeneas gracias al
trabajo
anterior de un equipo de EEUU, que había encontrado en el agua la
pluma de minerales y agua caliente que ascendía desde el fondo del mar. Sabido
ésto, el equipo de Southampton se sumergió buscando el origen.
Tanto unos como otros están preparando nuevas expediciones que esperan
llevar a cabo
antes de 2013 con vehículos de control remoto
capaces de sumergirse hasta 6.000 metros de profundidad.
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